lunes, 24 de agosto de 2015

EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS. Análisis del contenido

OLVIDO Y MARGINACIÓN. ELCONFLICTO ENTRE INTEGRACIÓN Y RECHAZO
   Desde el comienzo, nos presenta al protagonista como un niño de alguna manera “olvidado” por sus padres, muy ocupados en realizarse en lo personal, a tal punto que no sólo se han separado, sino que también se han separado (ambos) de su hijo, olvidando su necesario rol de padres. No sólo vive a miles de kilómetros de sus padres, sino que además es criado por una tía muda, lo cual dificulta su adaptación al nuevo medio por medio del lenguaje —pues él ha pasado los primeros años de su vida en Francia—.(Pág. 5 y 6.)

   Atilio sufre las burlas de dos compañeros del colegio, ante la indiferencia del resto. No le perdonan ser distinto, no lo aceptan como es, no comprenden todas las cosas que Atilio tiene en común con los demás chicos. La burla, en realidad, no tiene tanto que ver con cómo es él, pues Atilio no es como los acusadores dicen que es: lo acusan de ser… como ellos son, pero no quieren reconocerlo. La vieja historia de hablar mal de otros (aunque sea calumniándolo) para que no se fijen en el que lo hace. (Pág. 5, 6, 8, 9)
Esta discriminación conduce a que Atilio organice su venganza, que, inesperadamente, termina en tragedia. (Pág. 9 a 20) 
   Los adolescentes del Instituto al que luego de la tragedia envían a Atilio, sufren el mismo olvido de sus padres que él. Son los “Huérfanos con padres” (Pág.27).

Una mirada crítica sobre la sociedad y las instituciones públicas
   El Instituto está totalmente aislado de la sociedad, geográficamente hablando, se encuentra en un lugar muy alejado. Está también olvidado por la sociedad y el Estado. Es como una isla a la  que nadie se acerca. (Pág. 23)
  Pasan los directores del Instituto, pero la realidad sigue siendo la misma. Se trata de un cargo al que se accede como castigo o como refugio ante comportamientos anteriores irresponsables, de parte de personas con graves disturbios psicológicos, que como era de esperar, se agravan en el Instituto Basterre, donde suceden cosas inexplicables que funcionan como obstáculos para que la verdad trascienda. (Pág. 25, 26, 31, 32, 42, 43, 44, 102, 103)
  Frente al Instituto, en medio de ese desierto, continúa existiendo, olvidado por sus dueños y por las autoridades del Estado, el parque de diversiones abandonado. Una historia trágica se asocia a su cierre. (Pág. 24 a 27.)
  El aislamiento es reforzado por la familia de los chicos, cuyas cartas son rechazadas. La dirección del Instituto las conserva en un depósito secreto. (Pág. 48, 49)
  Más adelante, el narrador introduce, como es habitual en el relato, otra interpretación: son las autoridades del Instituto las que no envían las cartas. (Pág.104).
  Cuando la aventura de Atilio y sus compañeros termina con saldo de muertes y  catástrofe, ante la difusión periodística de los hechos, intervienen las autoridades, y toman conciencia de la situación que se vivía en el Instituto. (Pág. 102 a 104).
  Otra institución marginada, olvidada, y cuya organización es tanto o más terrorífica que el Instituto, es el manicomio al que se dirigen Atilio y su amigo para sacar de allí por un rato al ex director del Instituto que ha enloquecido. Las condiciones de represión, aislamiento e indiferencia a la que son sometidos los internados son verdaderamente inhumanas. (Pág. 70 a 78). Macciole, compañero de aventura de Atilio, queda prisionero en el manicomio, y conoce el trato que les brindan a los nuevos. (Pág. 79 a 8, 107)

LOS CÓDIGOS PROPIOS DE LOS DISCRIMINADOS
   La situación de marginalidad (¿o sería más cierto hablar de “marginación”?, pues se los ha convertido en marginados), provoca en ellos actitudes propias, particulares, como grupo social, inversas a las que se pretende (¿o se finge pretender?) desde la sociedad.
  La situación de marginación absoluta que se vive en el Instituto hace que los directores que se animan a acepta el cargo sean gente con bajos antecedentes profesionales, o se los envía como castigo por su mal desempeño anterior, o presentan alteraciones mentales. Se trata de un trabajo insalubre como pocos.
  Los alumnos del Instituto, como es común en la mayoría de los establecimientos educativos, se conducen de acuerdo con sus propios códigos, como una manera de resistir al maltrato y el olvido. Por la negativa, la marginación que no los tiene en cuenta, sino que los excluye de la sociedad y sus derechos, hace que ellos construyan otros códigos de convivencia opuestos a los que la sociedad propone en sus documentos (aunque en la práctica no esté tan clara su aceptación). Por un lado, son lo opuesto: se contraponen al discurso oficial con sus códigos secretos, ocultos. Por otro lado, reproducen la hipocresía dominante en las costumbres en la sociedad que los excluye marginándolos  como “jóvenes no aptos para vivir en sociedad”.
   La falta de solidaridad, la frialdad afectiva, producto de la frialdad y el distanciamiento con que se los trata, parecen la norma habitual en sus conductas. No son nada para nadie, y entre ellos se tratan de un modo casi despersonalizado, no tan distinto al que conocían en las escuelas de las que provienen. También, quizás, el aburrimiento en el que transcurre la vida de los internados, sea resultado del abandono en ese páramo desierto, la falta de políticas de integración (deportivas, recreativas, culturales, de socialización e intercambio), pero también de la falta de vínculos afectivos entre ellos. Y es que para que surja el afecto debe haber un grupo, y para que exista grupo debe haber una identificación colectiva, y compartir un objetivo. Los jóvenes no están allí porque lo deseen, sino porque de alguna manera se los ha condenado a estar allí. Los objetivos en común surgen cuando la autoestima es alta, y en este caso el maltrato y el olvido, despersonalizándolos, desvalorizándolos, les provoca una fuerte autodesvalorización.   

En ese mundo particular, al margen, el caso extremo está representado por el protagonista, Atilio Dentolini. Como rechazo al mundo de los adultos, Atilio no crece: pasan los años y mientras sus compañeros ya han egresado, él continúa con la misma edad que tenía cuando entró al Instituto, trece años, y repitiendo primer año. Esa misma situación lo convierte en líder consultado por todos, pues es quien mejor conoce el Instituto, tanto el edificio como su funcionamiento. (Pág.28, 30, 31)
  
LA PROHIBICIÓN Y SUS RESULTADOS
  
    La prohibición de cruzar la calle e ingresar en el parque de diversiones, una vez más, estimula el deseo. Más aún, debido a que la posibilidad de una aventura permite salir del aburrimiento mortal en el que transcurre la vida en el lugar. Su transgresión es doble: enfrentar el desafío de hacer lo que está prohibido, conocer ese lugar tan presente del mundo exterior, y escaparse del Instituto.
   Pero la transgresión no está asociada a una búsqueda de libertad, no se trata de una fuga para no volver nunca más al Instituto; por el contrario, lo que se busca una vez lograda la hazaña, es volver para poder ser “alguien importante” entre sus pares. La adaptación al medio pasa por la necesidad del reconocimiento. Quizás, también por la costumbre. Y por el temor de volver a una sociedad temida, que cruelmente los rechaza.
    Un alumno ha intentado transgredir la prohibición, y en su intento, ha sido víctima de una máquina que aparentemente en forma accidental, ha provocado su muerte. Se convierte en el fantasma que impide que otros jóvenes vuelvan a intentar una travesura que ponga en peligro su vida.
    Una vez más, la institución que debiera impedirlo, sólo es capaz de imponer prohibiciones, pero no de hacerla cumplir. El cuidado de los alumnos corre por cuenta… de un fantasma. Y es un fantasma de otro chico como ellos, que lo ha intentado antes.
    Un grupo de chicos quiere volver a intentarlo, pero con éxito. Lo consultan a Atilio, y éste finalmente les da una solución difícil de llevar a cabo: convencer al hermano del fantasma, de que en realidad no es él, sino su hermano muerto. Cambiarle la identidad, para que el fantasma, confundido, los deje pasar. Para lograrlo, todos sus compañeros lo llaman permanentemente por el nombre de su hermano, tratando de convencerlo. Finalmente lo logran, cuando el ex director del Instituto, lo hace cuando está entre dormido y despierto.
   Los chicos, con Atilio a la cabeza, logran burlar al fantasma. Pero de todos modos, la experiencia es trágica. El cuidador del parque, que aún vive allí, ha enloquecido. Está convencido de que recibe órdenes de una máquina asesina, que se pone en funcionamiento para matar chicos. Otros, se pierden en un laberinto de espejos. (Otra vez, aparece aquí el problema de la identidad, de la necesidad de ver a otros para saber que yo soy yo: si sólo veo imágenes de mí mismo, ya no sé cuál soy, donde estoy.)
   El aislamiento, la marginación, ha provocado en los estudiantes un individualismo extremo, egoísta: no los unen en general vínculos solidarios, de afecto. Atilio reacciona con indiferencia ante la suerte de sus compañeros, que han puesto en peligro sus vidas por no aceptar sus recomendaciones. Las instituciones educativas, en esas condiciones, no han creado en Atilio valores de compañerismo ni siquiera en las travesuras compartidas. (pág. Pág. 29 a 36 , 90 a 99).
    Finalmente, Atilio logra salir del parque de la muerte, que termina destruido. Una vez de nuevo en el Instituto, le devuelven su identidad al hermano del fantasma. (101)

 EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS,
UN SÍMBOLO DE LA CONDENA AL  AISLAMIENTO
   Atilio y su amigo han buscado una salida del Instituto para ir a buscar al ex director, convencidos de que él puede convencer al hermano del fantasma de que no es él sino su hermano. Para ello deben atravesar un túnel adonde  las autoridades del Instituto arrojan las cartas que los chicos envían a sus familias. Están como presos, cortados sus vínculos con el mundo exterior y con sus familias. Condenados al aislamiento. Como si fuera poco el olvido por parte de sus familias, también se le suma que el Instituto los mantenga incomunicados. 
   Ese túnel, un túnel del aislamiento y del olvido, es el lugar que eligen los pájaros para morir. Las aves, símbolo de la libertad que muere encerrada, en un lugar que nadie conoce.
(Pág. 53, 54, 57, 59 a 62).
  Pero también, al huir del Instituto, los atacan cigüeñas carnívoras. Es que cruzar el túnel que conduce a la libertad, tiene su precio. (Pág. 62,63; 105 a 108)

EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD
   Pero la búsqueda de la libertad no es un ideal. En esas condiciones de aislamiento, marginación y olvido, los estudiantes no sueñan con la libertad. Cuando escapan del Instituto, lo hacen para volver, no para huir de él. Su concepto de libertad es hacer lo que está prohibido en el Instituto, y por lo tanto ser reconocidos por sus compañeros como los héroes.  
   Cuando lo hacen, es porque ya no les queda otra, porque las circunstancias ya hacen imposible continuar allí.
   A Atilio, finalmente, no le queda otra que asumir que deberá enfrentarse con lo que no desea: crecer, hacerse adulto, en un mundo donde los adultos dejan mucho que desear. Pero rechaza la idea de volver a ser discriminado por la sociedad como “el caso raro”. (Pág. 104, 105.)

LOS MISTERIOS
   En la novela aparecen algunos hechos misteriosos. En algunos casos, el misterio queda sin resolver:
   -¿Quién es el mago de la fiesta de cumpleaños? Algunos creen que es la tía de Atilio, que en realidad no era muda. Pero si aceptamos esta posibilidad, queda otro misterio: ¿por qué simulaba serlo? Cuando promete dar a  conocer su identidad, sucede el incendio de la mansión. (Pág. 18, 19)
   Otro misterio se va aclarando a lo largo de la novela:
   -El misterioso caso del marido infiel de la costurera, un camionero, que todos sospechan que ha sido asesinado por ella, pero no se descubren pruebas… hasta que dan con su cadáver embalsamado como si fuera un manequí. Ese caso es explicado por el narrador. (Pág.6,7,8).
   -El caso continúa, pues en la obra, los espíritus de los muertos siguen actuando en el mundo real. El Instituto sólo tiene contacto con el mundo exterior con un camión que los provee de lo que necesitan, cuyo misterioso conductor nunca se hace ver. (Pág.24, penúltimo párrafo).
  El misterioso conductor justo aparece inexplicablemente, de noche, cuando Atilio y su amigo escapan del Instituto, como si los hubiera estado esperando.
  Aquí el narrador no lo explica, pero da algunas pistas que nos llevan a pensar que se trata del fantasma del camionero infiel envenenado por su esposa.  (Pág. 65, 66, 67)    

EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS,
UNA NOVELA DE TERROR

   Como novela de terror, “El túnel de los pájaros muertos” nos describe una situación de terror que podemos resumir de la siguiente manera:
   El terror está dado por vivir en un mundo donde el olvido, la marginación, el aislamiento, son lo habitual. Donde no existen vínculos de afecto y solidaridad, sino que el otro es alguien que me puede servir para lograr lo que quiero. Donde las instituciones no resuelven problemas relacionados con prevenir y corregir conductas antisociales contra otros y contra sí mismos, o mejorar su salud.  Un mundo que todos aceptan, aunque quieran transgredir sus normas. Y en el que da miedo crecer.   


EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS. PERSONAJES Y TRAMA NARRATIVA

EL TÚNEL DE LOS PÁJAROS MUERTOS 
de Marcelo Birmajer
LOS PERSONAJES Y LA TRAMA NARRATIVA

ATILIO DENTOLINI
   Es el protagonista de la novela. Ha vivido con sus padres en París. Cuando éstos se separan, prefieren realizarse cada uno en su profesión fuera del país, y lo mandan a Buenos Aires, donde una tía muda, Nera, se hace cargo de él.
   En la escuela sufre el bullying de Tenia y Bacone, que lo tratan de cobarde, débil y marica por su acento francés. Le dicen que no se animaría a pasar por una casa abandonada donde se había cometido un crimen. Crece sin amigos. Nunca ha festejado su cumpleaños con sus compañeros.

   Cuando va a cumplir 12 años, lleva adelante su venganza. Invita a sus compañeros a la fiesta en la casa abandonada. Primero logra que Tenia y Bacone se humillen  ante él, le pidan perdón y le ruegan que los invite. En la fiesta, asusta a los invitados diciéndoles que uno de los pasteles que ya se están llevando a la boca está envenenado. Después les dice que sólo se trataba de una broma, y todos comen. Luego, les presenta a un mago al que le falta un diente. El mago hace desaparecer a Bacone, que está muy descompuesto, con fuertes dolores de estómago, tal vez esté envenenado, pero nadie le había prestado atención.  Después el mago invita a Tenia a ser el voluntario para el truco del hombre serruchado y cortado en partes dentro de un cajón. 
   Tenia acepta con la condición de que después el mago revele su identidad. Sospecha que se trata de la tía de Atilio, convencido de que en realidad no es muda.  Nadie presta atención en ver si del cajón chorrea sangre. De repente, se corta la luz y comienzan a salir llamas de la habitación donde trabajaba Gladys, y donde conservaba el cadáver embalsamado de su marido. Los chicos huyen despavoridos. Tenia y Bacone no aparecen más. Tampoco se sabe nada más de Atilio en el barrio. 
   
GLADYS. Era la costurera del barrio. Vivía en la casa que ahora está abandonada. Su marido nunca estaba en la casa, porque era camionero, siempre estaba viajando y además cuando lo hacía la engañaba con otras mujeres. Ella enloquece por el abandono y la soledad, lo envenena, lo embalsama y lo convierte en manequí. Es la única manera de tenerlo en casa. Cuando se descubre el crimen, va presa. Se cuenta que en una pelea con otras presas, le han arrancado un diente. Se sospecha que Nera  ha  ocupado el lugar de ella en la cárcel, ella ha salido como si fuera la tía muda, y ha cometido los crímenes de la fiesta de cumpleaños, interpretando el papel del mago.
   
  ATILIO después de eso,  aparece dos años después en el Instituto Baldesarre, muy alejado de Buenos Aires, y más alejado todavía de su familia.
   Allí, aislado también de la sociedad, se adapta a ese medio negándose a crecer, nunca cumple  años, conserva el aspecto físico que tenía a los 13 años, cuando ingresó a 1er. Año. Repite año tras año, y ser el alumno más viejo del Instituto lo convierte en el que mejor lo conoce y por eso todos lo consultan. No quiere crecer e integrarse al mundo adulto, y está muy cómodo en su nueva situación.
   No tiene vínculos de afecto con ningún compañero. Es frío, audaz y decidido, pero no es impulsivo, piensa bien los pasos que va a dar.
   Cuatro compañeros, Macciole, Covagliatto, Peraza y Gerban, lo consultan  para lograr entrar al parque de diversiones.  Él les aconseja que no lo hagan, pero finalmente lo convencen y se integra a la aventura como el líder. 

LUCAS BADEN. Ha logrado burlar la prohibición de cruzar la calle e ingresar al parque de diversiones, donde muere en un accidente en una sombrilla vertiginosa. Su espíritu impide que otros chicos puedan ingresar al parque, clausurado después de la tragedia. Es un fantasma guardián, protector.

EL CHICO DESAPARECIDO. En el parque, se cuenta que otro chico se  ha perdido en el laberinto de espejos. Al final, aparece como un fantasma que engaña a otro chico para que corra la misma suerte.

MATÍAS BADEN. Es  el hermano mellizo de Lucas. Atilio, inteligente conocedor de la maldad, descubre que Matías, con astucia, ha provocado la muerte de Lucas, pues lo odia por celos.
   Para lograr burlar al espíritu de Lucas, y poder entrar al parque con cuatro compañeros, Atilio convence a todos de que lo traten a Matías como si fuese Lucas hasta hacérselo creer , desplazando al espíritu del verdadero Lucas. 

   ATILIO logra su objetivo, contando con la ayuda del fantasma del camionero envenenado para trasladarse,  el profesor Fineo convence a Matías de que es Lucas y Atilio lo lleva de nuevo al manicomio. También ayuda a Macciole a escapar del manicomio, donde había quedado encerrado, pues lo habían confundido con un loco. Los cinco chicos logran entrar al parque de diversiones. Allí muere Gerban al caer del tren fantasma desde un piso alto. Covagliatto no se anima a bajar, pese a que Atilio le dice que si no lo hace morirá también. Perazo es engañado por el fantasma del chico que había desaparecido al perderse en el laberinto de los espejos, y también él se introduce en el laberinto del que no saldrá jamás.

   Todos ellos le piden ayuda a Atilio, pero él reacciona con frialdad. No puede hacer nada, pero no se compadece en lo más mínimo por las víctimas.
   Se encuentra con el viejito encargado del cuidado de las máquinas. Está loco, cree recibir órdenes de su ama, una sombrilla vertiginosa asesina, para que la afloje. Atilio pone en funcionamiento la máquina, y la sombrilla asesina cae sobre el viejito y lo mata.
   La frialdad de Atilio lo ayuda a salir, pues la condición es enfrentarse a la muerte y no tener miedo. Sin embargo, pese a que no tiene amigos, decide salvar a Macciole.

   La ausencia de los alumnos hace que la situación del Instituto se conozca, y la sociedad, las autoridades y la televisión intervengan. El establecimiento es clausurado. Atilio rechaza la posibilidad de volver a ser discriminado por raro y no tiene interés en crecer y hacerse adulto, pero menos aún de ir a parar a otro lugar mucho peor, el temible reformatorio, si seguramente lo expulsan por haber violado la prohibición y haber provocado la tragedia. Deciden huir por el túnel de los pájaros muertos. Lo logran, pero después de ser atacados a picotazos por cigüeñas salvajes. Las heridas de Atilio cicatrizan y se curan, pero Macciole pierde un brazo. 

Luis F. Gobea

viernes, 24 de julio de 2015

SOBRE "LA FIACA", de RICARDO TALESNIK (Versión teatral)


TEATRO Y SOCIEDAD.
REFLEXIONES SOBRE “LA FIACA”, 
de RICARDO TALESNIK
  
 ¿Por qué el poder se impone? ¿Por qué no se puede salirse del sistema, pese a que nos somete a una vida rutinaria e insatisfactoria?
   Por empezar, las causas de la dominación ya están en la familia, que reproduce en su educación los valores del sistema. El personaje de la Madre no tiene desperdicio en ese sentido. Uno, si lee con sentido crítico, puede advertir que se basa en un discurso hipócrita, en un mito que se sabe que no es verdad, pero que se lo acepta si se quiere ser considerado “decente”.
   En ese sentido, es fundamental para aceptarlo, la importancia de la imagen ante los demás. La aprobación de la persona y su comportamiento, de  lo que hace, no surge de las propias convicciones, sino de  “la gente”. También, (¡ni hablar!), la importancia de la opinión de la empresa. ¡Qué va a decir tu jefe!
   El personaje de la esposa, Marta, expone con toda claridad las motivaciones y representación de la realidad de la clase media: si la empresa es importante, da prestigio trabajar en ella. Se gana poco, pero se  obtienen beneficios simbólicos muy valorados para ser considerado de clase media: el campo de deportes, la socialización con otros de su mismo nivel. No es capaz de entender que son estrategias de las empresas tendentes a que el empleado mal pago no se vea a sí mismo como un trabajador explotado, sino como alguien que pertenece a la empresa como una gran familia. El Departamento de Relaciones humanas, creado en los años 60 por las empresas siguiendo el modelo de gestión y control “científico” norteamericano, basado en estudios sociológicos sobre las motivaciones y deseos de pertenencia de los trabajadores, para poder “integrarlos”  a  la empresa, reduciendo así el nivel de conflicto. El que se rebela es porque no se integra. Hay que entenderlo con sus motivaciones y sus crisis, para tratar de integrarlo. El estilo moderno de gestión empresarial pasa por integrar, no reprimir. No echar leña al fuego de la lucha de clases, manejando los conflictos de una manera sutil, con mucho discurso de inclusión y pertenencia…  a la empresa que explota pero te hace sentir bien…
   Esto, a veces, hace aumentar el miedo a perder el trabajo (Marta).
   El autoritarismo tradicional, que en algunos casos (y especialmente en ese período de transición que fueron los últimos 60, en el que se estrenó la obra)también continúa existiendo, sigue haciendo lo suyo para imponerse por el temor (Peralta).
   Y, por sobre todas las cosas, la necesidad económica, que hace fracasar todo intento de rebeldía.
   Pero eso no es todo. La obra también dice cosas muy importantes con ironía, por lo tanto, para entenderla, hay que pensar también no sólo en lo que muestra, sino también en lo que hace ver que falta.
   Lo primero que salta a la vista que falta es madurez para asumir el conflicto. Madurez psicológica. En esas condiciones de adaptación y de resistencias acalladas, en las que el sometimiento se ha impuesto no sólo en la organización de la empresa, sino también en la familia, la “rebeldía” del personaje es una regresión  a la infancia, una fantasía linda mientras dure, pero irreal, y como tal, insostenible. Sobre todo, porque no resuelve el problema de la necesidad económica.
   Madurez social y política. A Vignale ni se le pasa por la cabeza la necesidad de una lucha colectiva, organizando una especie de sindicato de resistencia, para poder darle sustentabilidad económica a algo que podría ser  mucho más que no tener ganas de ir a trabajar y quedarse haciendo fiaca: podría transformarse en un reclamo democrático de una nueva organización laboral, basada en los derechos de los trabajadores. La huelga del personal de la empresa podría ser una posibilidad.
   Algo de esto parece apuntar, tardíamente, en la última parte de la obra. Pero, por un lado, es una actitud que no compromete demasiado a los compañeros de Vignale que se solidarizan con él, yendo a su casa a apoyarlo simbólicamente (en ningún momento dicen que estén organizando una ayuda económica para que Néstor pueda continua su resistencia), seguramente una vez cumplido el horario laboral.
   La actitud del nuevo Peralta, convertido aparentemente en líder ideológico de la resistencia, tampoco es sincera. Aparece después de 15 días, una vez que parece que la empresa estuviera totalmente debilitada, y entonces, recién ahí decide faltar al trabajo, hacer fiaca junto con su amigo, acompañándolo en su “huelga de hambre” forzada… por unos minutos, hasta que vengan los periodistas.  Es significativa la respuesta de Vignale cuando Peralta le exige hace una huelga de hambre.  “—Una huelga de hambre… yo solo?”.     (Me viene a la memoria la frase de don Arturo Jauretche, criticando a los políticos que incitaban a la lucha: “¡Animémonos… y vayan!”).
   Todavía movidos por fantasías y no por un análisis más reflexivo de la realidad, no interpretan adecuadamente el papel de los medios. Éstos quizás puedan crear una imagen de Vignale que despierte solidaridad, pero no pueden reemplazar lo que falta: una lucha organizada por arte de los trabajadores. Esta fantasía hace aumentar más aún las fantasías tradicionales de la manera de ver el mundo de la clase media: el éxito que algún día llega. Y en este caso, la fantasía se vuelve descomunalmente grotesca. Al fin la madre, la esposa y Peralta van a poder conseguir todo lo que soñaron, gracias a la exitosa fiaca de nuestro héroe, obligado a no comer porque ya no le queda ni una miga en el piso.
   Ese mundo de éxitos facilongos a la vuelta de la esquina (en el que se formó el imaginario de la clase media) no les permite entender el sentido de  realidad y la búsqueda de estrategias inteligentes para triunfar en el conflicto por parte de la empresa.  Peralta no interpreta la actitud de la Gerencia de la empresa al frenar el despido de Vignale para no hacerlo quedar como un símbolo, como un héroe, y que piensa encontrarle la vuelta para que retorne al trabajo y todo quede nada más que como una locura pasajera. Por el contrario, Peralta toma esto como la muestra de la derrota de la empresa. Entiende que “los capos están asustados”, y que quieren cuidar la imagen de la empresa. Pero no comprende los planes del adversario, y por supuesto, basándose en una gran fantasía, da por ganada una batalla que en realidad, está perdida. Tampoco entiende que en realidad, Vignale ya está vencido. Vencido por hambre. Y que ya no está en condiciones de luchar, por más que le gustaría.
(A mi juicio, y teniendo en cuenta que Talesnik no era precisamente un ingenuo ni un apolítico, esto podría interpretarse como una crítica a ciertos movimientos de rebeldía social y política de la época, que con un simple discurso ideológico proponían el cambio social y político inevitable, sin tener en cuenta la complejidad de la lucha popular ni los planes del enemigo, al que se lo veía ya derrotado porque estaba en crisis, pero como el sistema estuviera dirigido por descerebrados que no tienen planes para los momentos de crisis. Y si Talesnik no lo pensó, creo que de todos modos es pertinente interpretarlo de esa manera).
   Lo que falta… es lo que esa clase media nunca podrá tener. Porque para organizar un movimiento de lucha social, hay que sentir que uno es un laburante, un miembro de la clase trabajadora.  Cosa que habitualmente la clase media rechaza, con su prejuicio social contra los trabajos manuales (No seremos ricos, pero tampoco somos cualquier cosa…   Además, uno tiene un trabajo limpito, qué se yo…Viene gente importante y uno la puede recibir, sabe cómo la tiene que tratar…, etc. Recordemos una vez más el discurso de Marta cuando le expone a Néstor las razones por las que ella no puede faltar al trabajo. Y que Néstor acepta sin cuestionar: —Está bien, Marta. Vos no podés faltar… )
   Para cerrar: la obra advierte sobre el papel ambiguo, contradictorio de la clase media. Por un lado víctima de la explotación en el trabajo como cualquier otro trabajador, pero por su formación no  está en condiciones de protagonizar hechos demasiado significativos en la lucha social.
   Es decir, como es habitual en el género realista, la mirada sobre la clase media y sus contradicciones no resueltas sirve para mostrar críticamente la realidad de una época, y va acompañada de un humor grotesco, que nos hace reír y pensar… Algo parecido a los Simpson, o a Mafalda. El peligro, como siempre, está en que el entretenimiento no deje ver otras cosas…


Luis F. Gobea