LA VIDA
NOVELESCA
El
establecimiento junto al mar con ratas hechizadas
La pálida
ventosa de la luna en las habitaciones
Catálogos de
comidas y susurros obscenos
Los negros
Bailaban los
domingos en el piso de abajo.
Corola de
vaginas cálidas y el zapateo de la locura
A través de los
muros
En la oscura
voluntad de la costa.
Y a punto de
estrangularnos
Semejante
melodía deslizándose hasta el sueño del mar próximo
Y la alcoba en
lo alto como un alcatraz en plena ráfaga
Mientras tantos
personajes pasionales
Se alejaban por
fin cambiaban sus secretos
sobrevivían
Al piano de
pronto helado y cubierto de pájaros muertos.
¿Pero acaso no
éramos los únicos huéspedes
Capaces de vivir
del desierto
Con su errante
esplendor de miseria y sus mobiliarios inflados por el viento...?
No temas
ahora:
Ya todo está
juzgado y nuestra sangre tiene el olor de la tierra para siempre.
Un lugar para
nupcias sin duda. Una guarida
Para fornicar y
sentir el adiós de las nubes
En un graznido
de gaviotas.
Un lugar
Para extraer de
nuestras venas
Imágenes
entrelazadas bajo la luna
El indolente río
de besos viciosos
Fluyendo hacia
los bajíos en la noche.
Después
Apenas
reconocíamos nuestras bocas
Y ni creíamos
morir pues sólo existían aquellos pescados enormes
Siempre
idénticos
Una rutina
inmóvil como un espejo de la eternidad
(Me he hospedado
contigo en un farol en un grito en una humareda en una laguna y en
cementerios entrevistos entre la maraña de un viaje
¿Quién da
vuelta los rostros y pone al descubierto el país venenoso que se
desliza por las piedras como una serpiente...?
Me he hospedado
contigo en una brasa en una guitarra en una mancha de moho y en los
pechos de una mulata cuya risa nutría de fulgores la caridad
frenética del verano.
Me he hospedado
contigo en refugios infames y orgullosos cubiertos de designios
abandonados.
En una mosca en
una disputa en una red chorreante y en el trote de un caballo en el
fondo de algún pueblo dormido.
En un huaco con
cabeza de perro en un aljibe en una cuchara de madera y en un ramo de
papel sobre un altar manchado de cera con sus adoradores ebrios
agasajando a un santo ebrio cuya festividad giraba en la atmósfera
como una pobre brasa desprendida desde el más alto desamparo del
cielo.
Me he hospedado
contigo en el silbido de unas casuarinas que señalaban con su
aullido la fuga de los valles y los esteros inmensas evasiones de
estrellas y perfumes.
En un vidrio de
tren en una hoguera remota y en un albergue contaminado por la lluvia
cuyo patrón hipnotizado hacía pasar las almas a través de
botellas y guitarras.
Tal vez en un
sollozo o en un puñado de tierra férrea junto al umbral de toda
ausencia.
Y de todo ello
me ha quedado el sabor de la vasta hospitalidad del planeta
La huella de sus
garras acariciadoras
Sus cicatrices
de largas
esperas
de
hermosas frustraciones
de largas
despedidas.)
Ahora bien
El viejo
narcótico de las palmeras
Y de nuevo el
sol en su púlpito salvaje
Expandiendo su
fe de avasalladores sexos y labios
Y torturas
¡Oh, corazón envuelto en los mapas
Del mundo! Tus
pechos
Pasaron como una
oleada de flores
En la oscuridad.
Una súplica de ciegos órganos
Músculos
anillos magias tambores
Y la escollera
Penetrando
profundamente en las raíces del cielo
Con aves y
aguas. El ronco colmillo de piedra
Hundido en su
fragua líquida
Y el desolado
furor de aquellos cuerpos
Hasta dilatar la
realidad con un extraño poderío
Más allá de la
espuma de los besos y las viejas sentencias de la tierra.
Aquí estoy
desgarradoramente rico y sin embargo
En el errante
hospicio de la lluvia
Una vez más.
Y una vez más
Junto a una
tumba un rostro o un andén de cuyos bordes
Qué labios
misteriosos musitan su promesa
Qué país cae
como una inmensa fruta
Mientras
continúo adorando a los demonios de la luz
Y sus vinos
erróneos.
Hermoso paraje
–me repito–. Inútil fingir olvidarlo
Con los
derrumbes del acantilado los amigos y el tiempo cerrándose
Tantas
metamorfosis
Tantas
mutilaciones de calendario
Tanta belleza
con sus negros erizos y su lepra
Y esa secreta
nota de terror casi monótona que prolongaba nuestros lazos con las
grandes combustiones del día
Y las trampas
voraces del oleaje.
La indescifrable
vida lejos.