lunes, 7 de julio de 2014

ENRIQUE MOLINA. EXAMEN DE LA LLUVIA

EXAMEN DE LA LLUVIA

La corriente el astro la astucia de la lluvia hace girar sus hélices descubre sus altares de travesía donde canta la alquimia cuando pasa de pronto una confesión de tierras y axilas oceánicas de fangos de piel de reverbero y de saurio y alza su máscara de nubes y helechos en el centro blanco del olvido
con el fulgor de la marea en el torso sudado del estibador en la bodega del trópico y  ese teclado irresistible de pájaros que expanden su alcohol de fuga en todos los sentidos
esos altos velámenes que silban en el día
¡esas gargantas y senos y espaldas con la miel de la noche cuando se desnuda  como una loca en la luz de todas sus ventanas errantes para la belleza salvaje de la tierra!
¡Lluvias! Tensas como la geometría
verdes como la dicha de los bosques
buscadoras de muertos y de tesoros vagos
propalando el paisaje como un vicio del alma una droga cuyo perfume enerva a las sirvientas insomnes de la estación
que lavan cada hoja del instinto cada ademán cubierto de pronto de aguas y balidos
cada rostro con la herida del cielo
donde fluye su aceite misterioso el tótem vivo de la tristeza corazón de piragua
y de tan lejos la lámpara del hotel a través del follaje
y de tan lejos un halo de sábanas que se entreabren con una pereza de sierpes de caricias
con un poderío de mulatas que emergen de la siesta
idiomas orgullosos espacios armados de gruesas flores vagabundas
rememorando en sueños la manzana pálida de la convalecencia
el humo tierno y pobre que exhalan los lugares taciturnos de la memoria



No hay comentarios.:

Publicar un comentario