SE CUMPLE LA SENTENCIA
De aquel cuya tentación perdura
siempre,
del ángel del asombro en un desnudo
mundo cómplice
–pero
demasiados años después–
rescato el camarote contrahecho,
en Rotterdam, El Callao,
Fort-de-France, Vigo.
Y aquella que proclamó el vino y la
violación sobre el césped nocturno
con gente inusitada, reaparece
abandonada por el diluvio ante la
mesa de un bar.
Es imposible que conozca secretos,
la reversión del tiempo, el fuego
de lo móvil
que pasa de cuerpo en cuerpo, sin
esperanza.
Pero la brea va a cubrirla.
Fluye espesa sobre su rostro,
forma con sus cabellos una masa
sombría
como los de una mujer extraída de
un volcán,
invade sus
pechos,
el cuerpo eclipsado por esa
substancia cruel,
con inconclusos sueños, con
balbuceos que no dijeron nada.
Ahora la cubrirán de plumas de
acuerdo con la costumbre.
Antigua costumbre de buscadores de
oro,
pero su boca aún sonríe,
sus besos alzan en la noche una
pirámide de brasas,
dinastías de amores en la pocilga,
insólitos,
y las palomas de barlovento mugen
cada amanecer en mi ventana,
en memoria de la Gran Pájara de las
olas.
¿Y quién descifra lo que poseyó y
perdió
y regresa con un brillo consumado,
con memorias ajadas,
en una región que las palomas de
barlovento,
puercas como reinas de la basura,
cubren de inmundicias...?
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