ESOS REFLEJOS SOLITARIOS
Olvidemos las últimas
lágrimas, el mortecino día,
y tornemos a los viejos y rientes
fantasmas
en donde hemos amado.
Allá están, todavía,
en la niebla marina,
y sus lánguidos y ondulantes
ropajes
desprenden una aureola
brillante como el tiempo.
Allá están, solitarios,
y extrañamente unidos
a la orgullosa espuma,
y las lianas del agua
entretejen sus venas,
pero sus muertos pechos
aún siguen nuestros nombres...
¿Pueden reconocernos ellos, que
antes amaron
con nuestros propios gestos...?
¡Oh, si! Su corazón
no ha caído del
todo
y sobre el áureo
mar
dulcemente
perduran,
allá, donde
todo lo eterno recoge su belleza
vacía y cruel
como el olvido.
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