LA MALETA DE PIEL DE PÁJARO
Algunas cosas atraídas por el
horizonte
Vuelven a antiguos sitios para
descifrar las idea melancólicas
O nos arrastran como el tren en
ruinas envuelto en terciopelo de flancos ardientes desgarrados por la
ferocidad del recuerdo
Con criaturas de volcán
impasible o estepa en la que se ocultan momias
Pasando de mano en mano la negra
brasa de la lejanía
El tren ahogado lento con orejas
de lluvia
El tren de roncas venas de
ceniza
Arrastrando entre sueños su voz
que deletrea viejas cartas de amor con la misma locura
Mientras fluye hacia el túnel
de ramas del invierno
Cielo de fango y hierro del
olvido
Una mujer de mirada polvorienta
asomada al cristal
Vierte el aceite nocturno en un
farol de luz verde como la esmeralda de la juventud que se pierde a
lo lejos
Su cabellera de ráfaga en la
niebla
Es el torbellino de nieve de
mariposas sobre una joven en un trineo dentro de esas esferas
inolvidables que agitan los niños
Viajera de perfume viajera de
suspiro viajera de lamento
Viajera de sollozo de luna entre
las piedras
Deslizándose entre dos inmensos
mascarones solitarios en medio del páramo separados entre sí por el
rayo
Figuras de proa de abismo:
Una del lado de las cosas
imposibles infinitamente tierno
La otra del lado de la pasión
jamás vivida
Y siempre ese silbato de tren
con ruedas de rosal calcinado
El tren de vagos labios que
sonríen
Siempre esa sal de lluvia en las
lágrimas
El tren que se deshace el tren
de plumas
Rodando tristemente por el humo
del alma
Tal es la vieja máquina de
fuego
Que alimenta la velocidad del
tiempo a través de todo latido
Y los vagones tapizados de musgo
con un asiento abandonado
Donde viaja un vestido vacío de
mujer de lana verde a cuadros
Descolorido en los sitios donde
la nostalgia apoyó su cabeza
El tren de collares errantes
El tren de primavera nómade que
se deshace en una lluvia negra invisible en la tierra
Manando a borbotones la sangre
de las canciones olvidadas:
"No necesito silencio ya no
tengo en quién pensar"
A lo largo de las hondonadas
salvajes idénticas a besos
Junto a los indios de miel
helada apostados al borde de sus tumbas
En el país construido como una
enorme choza de cristal y tinieblas purificado por los ácidos de la
tormenta
El tren de pesados peñascos que
cierran una puerta
El tren de adiós de luz
irreparable
(Un gemido un encuentro pueden
llevar más lejos
La realidad de estos delirios
que invocas)
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