CIUDADANÍA Y CALOR
Mi patria es de langostas una
oceánica choza entre
las islas que no he visto nunca
Un hogar flagelo espléndido donde
cada cosa
contiene otra cosa contiene otra cosa cada mono
otro mono cada boca otra boca hasta
quedar tan
sólo un punto en el horizonte una migaja única del
fósforo de los mendigos
Y ésta es gente de lazos
inaferrables en la tibieza de
mano de hierro de su desnudez
Con el presagio de sus lenguas hacia
los meandros de
algún cuerpo inalcansable en la corriente
Y cuyas historias sin asilo abren un
astro vivo a cada
nuevo corazón que invaden
Mientras la espuma avanza y
retrocede sobre la
playa cubierta de espejos y valvas
Regida en su vaivén por el cadáver
de un pájaro
marino
Mi inhabitable morada querida a la
sombra de
cálidas axilas para quienes yacen desesperados por
sus propios
alcoholes de incendiar
Por sus propios labios suplicantes
en la viña de los
pulpos donde juegan los niños con una luz dulce y
cruel
¡Oh bello hogar de perezosas hojas
que abanican hasta dejarme ciego!
Los números son pájaros
Y cada amanecer desaparecen las
mujeres errantes que sólo se persignan con la señal del deseo y del
viento
Las negras peinadoras de la noche
donde destilan la
fiebre
Las cocineras reales
Y uno puede gustar en sus brebajes
un éxtasis de
saurio el prodigio de haber nacido al pie de tales
dioses de mirada de tierra que
cambia y de muslos
que se entreabren
La bahía se retuerce como un salmo
ante nuestra
presencia
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