viernes, 25 de julio de 2014

ENRIQUE MOLINA. SÚCUBA III


SÚCUBA III
 
    El asunto es proseguir la historia, en la que ella es sólo ausencia, cicatriz. Su forma apasionada tiene un extraño significado, su proximidad conduce sin fin a lo que fue, a casas rotas, a la playa peruana donde van a morir los pelícanos, el oscilante pico ya sin fuerza, los ojos velados y los niños rematándolos con piedras y palos, como si toda lejanía formara parte de su cuerpo. Mientras se desnuda aparecen los rostros clandestinos del olvido en los que apenas se reconoce, su abrazo en un vasto patio circular que se pierde de vista en todas direcciones, en lo irreconocible, con sus silenciosos besos.

   La corriente de su boca deslizándose siempre hacia atrás, de piedra en piedra en piedra, interminable, emanando de encuentros desesperados de otro tiempo, ciego e irreversible, y brilla la gente remota sentada alrededor de la mesa, con pálidos colores, presidida por una mujer sin rostro, oscura e inmóvil.


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