REGRESO DEL PRÓDIGO
En esas horas de amargura
Cuando oculto en las lanas de un camastro
Inmundas monedas rescatadas a un tiempo de juventud
Acuñadas con las efigies del fracaso:
Damas de pesados ropones escarlata suntuosamente cayendo sobre sus pasos estériles
¿Qué espero sino el arma que arrebate al avaro sus ricos instrumentos de tortura?
¿Qué espero sino el rayo que devuelva al avaro la llave de la vida?
De esos países sumergidos
Que tan sólo reviven cuando beben tus lágrimas
Corre la lenta sangre de la melancolía
–Sangre de enormes mariposas trocadas en un rizo de mujer
Y en esas callejuelas de miseria el amor es un personaje sombrío desmantelado por los pájaros
La muchacha con un revólver de brillantes que acecha tus lágrimas a través de los muros
Con la misma sonrisa de costumbre
Con la misma guarida ardiente de caer hasta el fondo de sus brazos
Como la muerte en cuyo espejo se ven las rosas.
Escucha escucha amante empecinado
La vehemencia de tantos lugares que creíste olvidar con un sollozo
Pues aún destella la memoria sobre las ruinas
Como la cerilla en la pupila del muerto
¡Oh conjura a los príncipes de las arenas cubiertos de inscripciones incomparables!:
Nombres de mares y de hoteles e itinerarios de compañías de vapores unidos a promesas
La casa vagabunda sostenida en el viento mientras se columpia entre las ráfagas
En tales habitaciones los muebles hacen un rumor de trenes en marcha
De olas enmascaradas bajo canciones de mujer
De frases llenas de arena en el fondo de viejas fiebres
O tienen la forma de esas heridas que produce la lluvia en las almas sensibles
Y que vuelven a abrirse a cada beso como lo flor de la nostalgia
La indescifrable miel humana que sólo se dora al resplandor del Bien Perdido
Pero si regresas sólo encontrarás
La negra sangre del reloj coagulada sobre los maderos
O el cordaje dormido de una hoguera de antaño solamente pulsada por una mano de exilio
En esa hora enmallada de sombra como un verdugo
En la morada donde nada existe
Como no sean esas aguas sin rumor que algunos beben para morir
Y los menos audaces denominan recuerdo
(Su ácido corroe ciertas máscaras
Las convierte en hierro:
La de olvidar que quema hacia adentro
La de esperar el amor por cuyos agujeros pasan los días más tristes de la tierra)
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