DE OTRA RIBERA
También aquella mujer gimió de
gozo –yacía
como un proceso de fuego sobre las
sábanas del pasado–
y dirigida hacia el más profundo
centro de la muerte
la flecha sensual de su carne
también he oído
resonar su voz en la casa día y
noche en la avidez de mis órganos
como la temperatura fatal
de un salvaje jardín en el que
amaba extraviarme cubierto de flores enormes que articulaban un
idioma ininteligible y cotidiano
en torno a la gran ola blanca de tu
cuerpo
Y del tañido de sus pisadas sobre
un mundo recubierto de piedras
y de tantos años
y del elástico animal de su risa
en el desordenado dormitorio donde
se practicaban
las más letárgicas costumbres todo
el horizonte
reducido a esa cabellera esparcida
y de su increíble presencia
de la mansa corriente de su belleza
entre los meandros de la cocina
de todos los movimientos de la
pasión y del olvido
queda sólo un tatuaje indescifrable
una ola
una garra aferrada al cuello
Porque tal es mi naturaleza
Oh y ahora
puedo elegirlo todo: un dios por
ejemplo
un vicio una bala
Todo
menos yo mismo
en mi vertiginosa plenitud
menos ella
menos los grandes ajíes rojos de
besarla
menos mi cuerpo que se escurre como
una alimaña hacia los paraísos de la frustración
Oh la dama de la cafetera matinal la
dama del cálido trozo de carne asada y de las rosas
que nunca resucitan...
Pero aunque se hunda
seguirá para mí entre los erizos
¡es mía!
Aunque nada pueda adorar salvo
extrañas mutaciones
regiones secretas engendradas por el
viento
Extraño y adorable lugar lleno de
farsas y de plumas
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