lunes, 21 de julio de 2014

ENRIQUE MOLINA. LA ESTRELLA POLAR


LA ESTRELLA POLAR

Esa mujer que fuiste con tu carne dorada
Cuyos cabellos aparta el tiempo para descifrar su misterio
Bella Durmiente– se irisa con la linterna donde arden las lágrimas
Su cabeza apoyada en una canción
Abandonada a las hierbas del cielo
Amor mío
Tornasolada de eternidad en tu prisión de naufragio
Donde tus vestiduras desiertas se deshacen
Y caen en sal de invierno indiferente
Caen en alas rotas a tus pies


Las manos en cuya caricia
Vertió la tierra un vino de ternura
Y la antigua morada de los besos
La habitación a modo de cuerpos que se estrechan
Quedan de pronto inmóviles a través del olvido
En el museo de cera donde reina la estatua del amor sin límites
Hecha en miradas que se desvanecen
Hecha en el aire de los días más bellos
Pálida en su castillo transparente labrado en un témpano
Llorando un mundo muerto sobre la nieve de las efemérides
Ahí está todo cuanto amamos
Lo que fue nuestro en una lágrima resbalando en la seda de una sonrisa
Lo que es más mío en el infierno
Como tu brazo sobre los ojos cuando despertabas
En la almohada de la tormenta donde laten de nube en nube las venas de un país desconocido
O la canción lasciva que te cubría enteramente en el palacio de la noche
Enjoyada con los brillantes de la lujuria
Ataviada con la llama invisible tejida de suspiros

Ahí está todo lo que amamos:
Las negras máscaras del vino
Los enigmas las despedidas las transformaciones
Las esferas de Navidad
Con su fulgor en otro cielo como el chaleco del Gran Maulnes en su sueño
O el caballo que pasa por un puente lluvioso desde el fuego hasta el mar
Caballo de berlina condenada
Caballo de galope de adiós
En un camino más suave que la gran cabellera a cuyo borde hay una casa en ruinas invadida por las hormigas
Aunque aún brilla la lámpara velada por la flora del salón
Entre las enormes mariposas posadas para siempre sobre un sonriente maniquí de muerta exhalando la calma de la profundidad
Con el cuello ceñido por la cinta sombría cuyo extremo se pierde en una promesa
A solas en el color de la lluvia
Sobre su pedestal de alas desesperadas ante un abismo de juventud

¡Oh la extranjera!
La huérfana de exilio en la luz calcinada
Refrescando sus labios con el antiguo veneno extraído del amor
O de plumas barridas por el viento



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