EL INSTINTO DE ORIENTACIÓN
La ciudad que levanta su cabeza
Al rumor de unos pasos perdidos en
la sombra
La ciudad que se acerca hacia los
labios
Cargada con el peso de sus joyas
nocturnas
La ciudad cuyos muertos son campanas
El alba en una sala con tapices en
ruinas
La ciudad que en la sombra se
levanta y se pierde
Como el fulgor de una guitarra
La ciudad que se oculta en el
desierto
Dibujando sus almas con un palito
gris
La ciudad que solloza en un jergón
La ciudad que se duerme mecida por
las olas
La otra cuando teje su mortaja
O sale de su cueva de arcilla y se
silencio
O aquella con estrías de hielo
Que bebe en su cobriza tinaja
Que enciende las hogueras en el
atardecer
Sus cabellos ornados de pájaros
inmóviles
¿Acaso no hemos sido los amantes en
viaje
El sonido de pasos que se alejan
El rumor de sombríos pasajeros
A través de los tabiques
terrestres?
Aquellos que descienden con mendigos
A sentarse en la lluvia sobre fardos
de ciego
En los andenes donde la aventura
Distribuye sus piedrecitas de morir
Los que comen en mesas ajenas
Los que cierran la puerta sin llave
Los que abandonan sin nostalgia
La hierba que cubre los muros
Los que duermen en alcobas de paja
Para estrecharse con terror
Los que beben su filtro en los
trenes
No importa que mañana sea tarde
¿Y no hemos sido aliento de los
campos
La extraña levadura de la vida
La fuente orgullosa que bebe sus
lágrimas
El puñado de harina derramado en el
umbral?
Los que preguntan por sus propios
huesos
Asistiendo a secretas ceremonias
Como un oscuro lujo del olvido
Sobre las piras extranjeras
Abriéndose sus grandes venas
Para olvidar la luz de sus padres
Con su moneda de pasar
Y su pobre manto de tierra que los
envuelve con ternura
Aunque al volver a abrir la ventana
No reconocen los contornos:
No es la misma vieja ventana
La enredadera de la infancia
¿No hemos sido los lobos
hambrientos
Carne del alba como los amantes al
despertar
A la intemperie su sangre impura
Su amor de lobos en el viento?
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