DAMA GÓTICA DECADENTE
No importa la ruina, injurias
en la verdosa luz del bar. La vieja
dama
acaba siempre de nacer y se aferra a
la vida,
y
tiene que haber un antro aún
donde abrir su corpiño con roídas
castañas de Navidad.
Ignora que una mano invisible la
estrangula
junto al mostrador. Y sólo hay allí
un whisky pedregoso y sin alma que
el barman
sirve con labios secos y una cuerda
al cuello.
La macilenta dama de ojos de lagarta
jamás comprenderá
que está llena de espectros
desesperados, su historia
ha sido muy larga y muy loca, y
ahora se instala
blanca y majestuosa en su trono, y
una hilera
de pájaros calvos pasa volando
sobre su cabeza,
de modo que se siente inclinada a
cantar,
poniendo los ojos en blanco, una
partitura de burdel.
Exaltada por glorias difuntas,
caballeros que invoca,
viciosos perritos con nombre de
bombón,
en el museo de cera, entre las
pelucas
el amor la flagela con ortigas.
Vampira de labios de nata, ávida
como una semilla,
en pos de una gota de sangre que
reviva su corazón,
así, grandiosa con su rojo
baby-doll,
lanza su súplica, un trago más
hasta el Apocalipsis,
la última brizna de estar viva.
Que semejante señora se retuerza en
su sueño,
en el desierto vals de los
murciélagos
con el aullido del drama pasional.
Y extrae deformes cartas de amor,
reliquias,
fotografías de la juventud, con la
serpiente en el Jardín,
con tanta compasión por sus muslos
que crujen
¡Dios mío!
nunca demasiado tarde contra la
negra promesa
de la muerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario