COSTA HABITUAL
Te veo, todavía,
alta en medio
del mar, sobre sus roncas bordas donde la lejanía y la rojiza luna
junto a ti se
apoyaron.
Pero tornas a tu
suelo nativo,
con el suelto
cabello,
con el semblante
al lado de las ramas balanceadas,
golpeando el
polvo con pie leve.
Sí, pero
referid
con qué desdén
doliente ve su patria perdida,
a la sombra de
las plantas que mueren sobre el sueño,
quien regresa de
la espuma inmortal
Oh, redondas
colinas,
caballos de alto
ijar, frutas del sur,
y el silvestre y
dichoso olor del trébol
en los montes
dormidos:
¿Cómo volver a
amaros...?
¡Ay, cuando
todo muere, sin sabor,
aún te veo en
el hueco del mar,
abandonada al
viento,
lejos, donde he
sido feliz!
Y una campana
azul, infinita,
aún retumba
como la voz de un dios
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