ASÍ ES
Tener el corazón
melancólico
es como estar a
solas, contemplando una escena desteñida
donde una muerta
amada torna soltándose las trenzas indolentes,
bajo las lunas
de antigua resonancia;
como alguien que
se abandona al somnoliento recuerdo,
y se siente
extinguir, ya desasido
de un tiempo
embriagador cuyos límites se pierden.
Conozco esos
vestigios...Esa desierta escoria...
Los rojos
eucaliptus ya han muerto, y sobre las ciénagas inmóviles,
sus vencidas
cabezas altaneras se agitan en el limo,
movidas por un
viento de descarnados silbos
hacia crujientes
cementerios de insectos, debajo de las piedras,
en la aridez que
la muerte sustenta.
Amantes que el
deseo no consiguió destruir con su ácido adorable;
amantes que aún
sobrenadan entre la dicha o el odio,
con lucientes
collares, con mareas de zarzas voluptuosas:
os veo levantar
vuestros brazos de lluvias,
descendiendo
hacia el polvo,
siendo a un
mismo momento los lóbregos meses y la luz...
¡Oh, las mudas
cosas...! Ya el cielo del atardecer ha caído.
¿Quién
responde a una lágrima, a un pecho que se inclina
sobre la vida
oscura, raíz de la tierra...?
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