HERMANO
VAGABUNDO MUERTO
¿...
Pero me importas ahora mientras giras en el infinito caracol de
la escalera con una sobrenatural máscara de moscas
tu rabiosa voracidad de vivir y la botella roja de tu
aliento destapada de golpe por las nubes…?
(Acorralado
por las raíces se ha vestido un corsé de hierro lleno de espinas como los
cactus gigantes con su excara humana pasada a los
cantos rodados y a las derivas del Gulf-Stream y la
brecha del muro por la que penetra un detritus del sol
sobre su pecho en Nueva Orleans
su
cabeza de Rotterdam
el
enjambre de hambrientos proyectos fulminados por las harpías del muelle
la
ácida espectral risa del agua y el oficial andrajoso en la baranda del puente
con todo el estruendo de sus sueños como
de niño cuando miraba solitario desde el patio los pájaros
intraducibles!)
Estabas
vivo y sorbiendo el aire a grandes alas fuera de los dormitorios sin
domicilio ni constancia
ni orden jerárquico ni
comunión ni el suave confort de la castración ni ojos parapetados tras un
muro de ratas en oficinas negras como vísceras
Sólo
con labios sin dominación los tentáculos del sol estrangulándote en
el desván de las olas con un sofocado violoncelo un
desgarrador latigazo desde la luna
en
esa exaltación de la memoria la sangre a ciegas en humeantes andamiajes
de rostros panoplias amigos desconocidos
muchedumbres y esperanzas inicuas en la eterna sombra de
venas al filo del mundo cubierto de cálidos cuerpos que brillan
con el olor del África en los riñones y su reguero de lujuria
para los otros —sus amos— en noches ajenas como astros
Toda
tu biografía sin cabeza ni honras fúnebres como no sea tu
alma insaciable y toda la vecindad explotando con su escándalo como una
lámpara estrellada contra el muro
en
la pocilga en los subterráneos ardientes
donde
silba el verano y toda una exasperación de lenguas nómadas cantando en
la yema de los dedos tus prácticas sexuales como la
resaca penetrando y retirándose de lechos y
susurros nocturnos hasta los huesos y los grandes senos desnudos rojos como
la demencia pero tú aún envuelto por la
mujer bajo el sello carnal del adiós con una llama del Templo de Salomón
en los labios una llama violeta del amanecer de la
concupiscencia cuando las últimas aves de la
noche de los estragos levantan
su vuelo para siempre!
¡Oh
la magnífica sensualidad penetrando bajo los más negros techos a
través de todos los muros y mandamientos
contra
la enorme masa de estas ropas usadas toda la vida
y el
muñón de la mano cortada con su chorro de fuego sobre la
sábana hirviente de las estrellas!
Y
también con tus comestibles tu mesa tendida en lo restaurantes anómalos
tu
viejo vino desesperado para rociar el hierro de cada ancla que
se levanta la carcajada de cada puerta abierta que da al viento y toda tu
voracidad como una eterna tortuga de llamas posándose
sobre tu vientre a través de la tierra y la carne
con
el bienestar de morder y mascar trozos cálidos ensaladas y
frutas con tales órganos y ácidos y los rayos de la comida como
un fantástico himno del fin del diluvio puesto a hervir con
la sopa y los racimos de la salvación!
Oh
cuando vivías y tu cuerpo hacía fermentar una mujer como
una levadura de galaxias bajo su cabellera.
y
su exhalado grito de manigua entre las prendas remotas y espejos hasta
abrirse como una devorante madrépora de sueño
entre
los rubros de una ciudad
en
su cálido alveolo rodeado de gentes amenazadoras tan condenadas como tu
misma cólera y el relámpago de tus besos
hasta saltar como una rota vena del mar contra el mamparo en la feroz
alegría de la mañana
Todo
aquello de cada uno y que es mi propia vida sin embargo porque
también me pertenece tu tumba y tu maleta destartalada por el
insomnio fraternidad y conjuro a través de la nada
¡todo
lo que he amado y perdido sin extinguirse jamás y aferrado a mi cuello
con la garra amarilla de las palmeras!
¿Y
quién te ha disfrazado ahora con ese rostro de vidrio sanguinario embutido
en el raso de la muerte para evolucionar en el
corazón de tales caballeros asistentes con tu
sombría aleta de escualo a ras del día mientras te devora las
mejillas el vitriolo de tu barba…?
Pero
los difuntos se alejan —simplemente— a escarbar en el ronco
depósito de lunas al extremo del mar
envueltos
en esa misma lona de pasayo fúnebre que se escurre
pidiendo
a gritos una cerveza y una hostia
¿Y
acaso me importa nada entonces
aquí
ahora
que la menta de la lluvia ilumina nuestras bocas como
mil años de recuerdos
y
dejamos un rastro profundo a través de las catástrofes y los
despojos del amor
sobre
la tierra
en
nuestro único reino
ahora
que aún compartimos caricias corrupciones países de tormenta con
ardientes desconocidas de sonrisas sombrías llenas de
flores
esas
nalgas estivales que reverberan entre los proverbios del campo...?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario