lunes, 7 de julio de 2014

ENRIQUE MOLINA. EN TRÁNSITO

EN TRÁNSITO

¿Qué puede detenerse aquí?
El avión ha partido. Cien años después
                            están comiendo en la misma posada,
                            una fuente de mariscos y vino,
doña Rosa, mujer de don Manoel, negra y de grandes nalgas,
vierte jugo de limón en el vaso de cachaza, junto al mar.
Te ha despertado el ruido del agua, lluvia caliente,
y vidrios empañados, palabras susurradas en la penumbra,
no se sabe de dónde llegan esta flores, muebles desvanecidos,
y el eco del tiempo retumbando en la sangre lasciva.
                          Su cuerpo, con lentitud,
relata una larga historia, relaciones más o menos fortuitas
en playas o viajes, casas de campo
                          con nocturnas hogueras,
y mutaciones, arrebatos, desconciertos, sorpresas.

Pero no como ausencia, como una sinfonía más bien,
                          una orgía
de apasionadas imágenes que llegan de un sueño,
de lluvias y cosas que brillan, un acorde
                          casi inhumano,
mientras enciende un cigarrillo.
Y sus pechos tan suaves para hablar de la muerte.

Así, a la orilla de un río, se está tendido en la hierba,
                         solitario de nacimiento,
pensando en su risa, lejos de la salvación eterna.


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