EL EROTISMO Y LAS
GAVIOTAS
Ahora pido
evidencias, certidumbres.
En mi extraño
escenario, pasiones y las aves remotas,
surgen paraderos,
lugares troncos, idilios,
el sol está partido
en dos por la avidez,
mutaciones y la
pescadería donde la muerte brilla con escamas,
al borde de la ruta,
después de las represas salineras.
La mujer del azar se
contempla en su espejo,
con sensuales
bucles, en el oscuro bosque de su amor,
flexible y voraz, su
cuerpo regido por la luna
se alzó sobre el
viento y el cielo,
lejano como
estrellas, pero sólo después
vacilaciones, dudas
y reproches
para una triste
crónica donde ríe la mosca
en la edad
triturada.
Reminiscentes
caricias flotantes entre adioses
hacen temblar las
cosas con un ardor irónico.
¿Pero entonces
tampoco existió el
fuego,
el mundo relatado
por una voz querida?
Parejos amantes, a
ciegas en la ira y el esplendor del tiempo,
el mozo del hotel
recogió las maletas,
de ciudad en ciudad,
de idioma en idioma, en medio de rostros
movedizos.
Al despertar
aparecía el fantasma;
sonriente,
con senos de una
melosa consistencia, con dientes brillantes,
insistente y
perfumado en la cálida atmósfera,
se tendía en la
playa con languidez, hablaba de las pequeñas cosas
del día,
volando en torno a
mi alma con la luz de los mares,
(con el sabor del
whisky, hacia el cuerpo del hombre.
¿No hay un guijarro
entonces,
una naranja, un
puñado de arena
que reclame la
herencia sin destino del sueño y el olvido?
Has oído el
exaltante chasquido del agua
como una boca que
rememora de muy lejos,
inmensidad y huesos
lavados por el sol,
brillando y
ondulando y salpicando las rocas,
un solo instante, un
suspiro y las nubes vacías.
Y ahora, por Dios,
nada de imprecisiones,
el viento,
sobre la mesa
revientan espumas, los muros no existen,
el viento,
las gaviotas exhalan
su graznido en el pálido extremo del día,
ella se esfuma en la
terraza con su copa y un lento cigarrillo en los
labios,
el viento,
los rostros son
ahora más tensos, desaparecen de golpe,
nadie responde, hay
un orden extraño, fuera de lugar,
el viento,
la costa, la noche,
zonas espléndidas y asesinas,
sólo el viento, el
viento con sus garras equívocas.
(de “Los últimos soles”, 1980.)
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